sábado, 21 de junio de 2014

LA BRONCA ES CON LOS PÁJAROS


        La bronca es con los pájaros. Quizá sea porque ellos pueden volar y yo no. Cuestiones biológicas. Siempre pensé en eso. En la casa de cualquiera, nunca falta la madre que reza: “Ya te van a crecer las alas angelito mío, y vas a volar, y yo te voy a extrañar, pero siempre vas a ser mi pichón”. ¿O será que por eso los odio tanto? …Pichón… Pichón también me decía el de boxeo. “Mi pichón, un poco más de entrenamiento y velocidad de piernas y vas a volar en el ring”. Como volar volé, y no precisamente al estrellato, o mejor dicho, a ver las estrellas volé. Si habré volado por el aire unas cuantas veces. A veces es cómo si me imaginara cada una de las caídas en cámara lenta, y mis caras retorcidas de desorientación antes de golpear contra el suelo. Me caían las gotas de transpiración y miedo porque “para hacer el entrenamiento más real y prepararme para los adversarios más difíciles” me ponían a hacer guantes con los muchachos que eran “apenas un poquito más pesados que yo” para “sentir el verdadero boxeo”. Y lo sentía no te digo cómo… Una vez recibí un golpe tan fuerte en los riñones que parecía que las piernas estaban sufriendo un terremoto de seis punto nueve en la escala de Richter y mientras se me desconectaba el tren inferior, de afuera me gritaban “¡¡¡Que no decaiga pajarito!!! ¡¡¡Que no decaiga!!!” Imagínense cuál era mi condición física.
Cada vez que los miro ahí jugando con el viento arriba de mi cabeza, me acuerdo de los “¡¡Volá de acá!! ¡¡Volá de acá, infeliz!!” de mi hermano, o los mismos gritos de la nona cuando le pisaba el piso recién lustrado sin los patines de lana, y me sacaba carpiendo con la escoba. “¡Más te vale que te crezcan las plumas y  que desaparezcas!...” Ahora me acuerdo y me da gracia. Ja, qué gracioso.
¡Ah, no!, y ni les cuento las pesadillas que tenía de chico. Me imaginaba despertándome un día por la mañana. Levantarme dormido de la cama, dirigirme al baño, prender la luz, y observar en el espejo a un enorme pájaro gigante y con ojos abiertos sorprendidos, tocarme el rostro y sentirme el pico con mis emplumadas manos, salir corriendo y darme cuenta que las rejas de mi casa formaban unas jaulas perfectas; gritar fuerte y oír un ruido agudo como un canto desesperado saliendo de mi garganta. Lo recuerdo y todavía se me pone la piel de gallina. Todo se relaciona en mi vida con aves, ¡cómo las odio!. Con mi primo las cazábamos por decenas. Gomera y piedra en mano. Nada de jaulas trampa ni esas cosas que usaba nuestro vecino Américo, él las adoraba cómo hindúes a las vacas, gustaba verlas y escucharlas cantar todo el día sentado en un banquito en el patio de su casa. De más está decir que obviamente la pajarera, que tenía las dimensiones de mi habitación, más o menos, daba a mi ventana y solo nos separaba una ligustrina atrapada entre los rombos del alambrado que dividía nuestros dos terrenos. ¡Insoportable!, ¡Insufrible el canto matinal infernal que me obligaba a levantarme aún aunque fuese domingo! Los pájaros no entienden de días de la semana. Los pájaros tampoco duermen, descansan con los ojos entreabiertos, y están atentos a cualquier movimiento o ruido que pueda indicarles algún peligro. Jajajajajaja, ¡cómo el gato que les arrojé aquella vez dentro de la jaula cuando Américo se descuidó! ¡Un festín se hizo! Con mi primo no parábamos de reír. Travesuras de chicos. ¡Cómo cobramos después! Y hasta mi abuela me hizo matar y desplumar una gallina con las manos en agua caliente. Un asco. Y todo para que aprendiéramos. Y yo aprendí. Y estudié. Y viajé. Y estudié tanto que me recibí de piloto de avión en Córdoba. “¡El orgullo familiar!”, me decían. “¡Impresionante!”, decían los vecinos. “¡Quién iba a decir!”, decían mis tíos, “con lo que odia los pájaros, por ahí que hasta es capaz de voltearse con avión y todo”, bromeaban. Y yo también bromeaba. Y bromeo como ellos. Todos los días. Cómo hoy. Pero hoy va a ser muy distinto…






Un cuento emplumado

       ¿Quién no ha pensado en volar alguna vez? Con la imaginación, o de verdad. El otro día pensaba que el tiempo pasa volando, las cosas, las relaciones, la vida, los proyectos, y pensaba que estamos volando todos juntos en una piedrita en medio del espacio entre medio de otras piedritas... Y tanto pensar en volar, en galaxias y en pájaros, decidí que tenía que publicar hoy este cuento que les dejaré a continuación de esta introducción. Hay muchísimos tipos de pájaros: los hay de muchos colores, de pocos, de uno o dos, grandes, chicos, de diversos tipos, de alguna manera también somos pájaros. Hay personas que se dedican a estudiarlos, a embalsamarlos, a encerrarlos, a pintarlos, y otros a fascinarse como Leonardo Da Vinci por la insolencia de su libertad. Y la mayoría de nosotros hemos pensado en convertirnos, (salvo a los que sufren fuertemente algún tipo de fobia a volar en avión o a las aves) , aunque sea una vez y en sueños. Con ustedes: "LA BRONCA ES CON LOS PÁJAROS".

http://nicolasgustavoramos.blogspot.com.ar/2014/06/la-bronca-es-con-los-pajaros.html



domingo, 15 de junio de 2014

Exposición

           Muchísimas gracias a toda la gente que ha concurrido a la exposición de mis cuentos y a la gente que me ha dejado mostrar mi idea en ese espacio, espero que más personas puedan venir a la próxima que será dentro de 15 días aproximadamente. Esta semana prometo colocar algunos de los 12 cuentos que tengo para publicar, y fotos de la primer muestra y de este proyecto. Botellas al mar no es sólo el nombre del blog. Es una realidad. Botellas que relatan historias. Historias breves pero duraderas, que pretenden generar algo en sus espectadores. Desde la forma en la que se presentan hasta en su contenido. ¿Cuántos de nosotros pensamos en volver a retomar el hábito de leer, de empezar a leer de nuevo, y nos acordamos cuando estamos viajando, y siempre nos olvidamos por H o por B de llevarnos un libro o un diario, o algo para leer, y terminamos leyendo publicidades, el diario, el libro o el celular de otro, "robando" palabras de reojo porque no tomamos la determinación? Quiero invitar a la lectura, a la escritura, a la memoria, a la interacción, a la  reflexión, a provocar sensaciones en los demás, eso es lo que quiero, lo que me gusta hacer. Pero todo esto se completa con otros, con los demás, con ustedes.











sábado, 7 de junio de 2014

UN ENCUENTRO CON MI PADRE



          El viento filoso me corta la cara, y aquel recuerdo de mi padre el corazón. Veinte años pasaron desde que mi padre partió. Se fue. Nos dejó a mi madre, a mi hermana y a mí con un sabor amargo. Había sido un hombre rígido. De hecho, fue la persona más estricta que conocí en mi vida. Un tipo terco, pero derecho. Correcto. Ejemplo de tenacidad, de solidaridad y amor al prójimo. De educación. Un padre ejemplar que nunca pude aprovechar, y que me enseñó las cosas más bellas y a la vez más duras que se le puedan inculcar a un ser humano. Sus métodos, a veces, eran excesivamente ortodoxos, y hasta violentos. No podría en este momento juzgarlo. He llegado a comprenderlo. Veinte años después. 
No quiero justificar los golpes que recibíamos de sus puños y menos de su cinturón, que era como una extensión de sus brazos. Él tampoco había aprendido con otros métodos. No conocía otras formas. Y dolía, y he sufrido, y he llorado, y hasta costaba respirar cuando hacía algunas travesuras y me ponía la cabeza debajo de la ducha fría. Pero muchas veces más me ha llegado a doler la vida. No nos comprendíamos. No queríamos tampoco. Nos costaba. Le costaba aceptar mis aspiraciones, como casi todo padre. Nos gritábamos, trabajábamos juntos; nos peleábamos, nos abrazábamos. Pero éramos en el fondo misma carne y misma sangre. ¡Cómo me hubiera gustado poder disfrutarnos más, sanamente! Sin rencores ni remordimientos.
A veces uno se da cuenta tarde de que la vida es demasiado corta. Justo en el momento en que uno empieza a comprender algo, o creer que lo hace, la vida se termina. Se apaga. La materia vuelve a formar parte del éter, y los recuerdos no alcanzan.
Mi padre me enseñó también a no arrepentirme, a vivir la vida intensamente, a cada momento. A ser feliz buscando la felicidad. A desear. A desear la felicidad a otros. A tener amigos y a saber contar cuáles son los verdaderos. A trabajar para cosechar el fruto. A no envidiar el progreso ajeno, a amar. A indignarme por las injusticias y actuar. A perseverar, a estudiar, a aprender a aprender, a dibujar, a hablar. A discutir, a discernir el bien del mal. A esperar, a avanzar, pero nunca quedarme quieto. Me enseñó a equivocarme, a elegir. Y me hizo lo que soy, o por lo menos fue y será una parte de mi camino, mi trayecto en esta vida. Me arrepiento nunca haberle gritado todo esto en la cara, en vez de decirle que lo odiaba, que lo aborrecía, cómo muchas veces lo hacía cuando ya no encontrábamos la manera de entendernos. Me arrepiento por no haberle dicho cuántas cosas compartíamos, como estas culpas. ¡¡Cómo quisiera abrazarlo!! Recuperar lo irrecuperable. Las fotos que nunca fueron, las sonrisas que nunca nos dimos. ¡¡Qué bronca, cuánta impotencia!! La muerte que ya se ha divertido bastante en este lugar, se me escurre entre los huesos a través del frío de este banco de mármol en el que estoy sentado frente a su epitafio. La muerte nunca sucede aquí, en este lugar. La gente se muere, como todos los días, en el camino, nunca donde quiere llegar. En el camino continuamos nosotros que nos creemos vivos, y que vivimos con pereza, y dándole importancia a cosas sin sentido, para arrepentirnos de lo que hacemos, y nos acordamos cuando ya no tenemos memoria.
Creo que ya lloré tanto que si me quedo aquí un poco más voy a ver crecer las flores. Una mano me toca el hombro. Me sonrío porque creo estar en un sueño, o en una pesadilla. Tengo miedo, también curiosidad. Por un segundo pienso que tanto desearlo, podría ser realidad. Me siento entre aterrado, nervioso y helado, con gotas de sudor en toda la espalda. No puedo esperar más, me volteo.

Nos miramos intensamente. Eternamente. Parado delante de mí esta mi padre...



viernes, 6 de junio de 2014

Viernes de Encuentro

       Bienvenid@s! En pocos breves minutos, les haré entrega digital de otra historia embotellada. Solo hay que esperar. O quizá, no. Vaya a saber uno. Lo que si sé es que el próximo cuento se titula: "UN ENCUENTRO CON MI PADRE".

http://nicolasgustavoramos.blogspot.com.ar/2014/06/un-encuentro-con-mi-padre.html

Salud!