jueves, 27 de agosto de 2015

UN CUENTO DE MIERDA

    Tras largo tiempo sin aparecer, escribiendo en lápiz y papel, y tras transcribir algunos textos, he seleccionado este de entre todos aquellos para reaparecer en el espacio virtual.
     Si usted es susceptible de palabras escatológicas no continúe.


UN CUENTO DE MIERDA

"¿Alguna vez se cuestionó acerca de la mierda?, ¿cuál es la verdadera mierda? O mismo, ¿Qué es la mierda?.
Si tiene problemas con la palabra mierda o cagar, entonces este no es su cuento."


     Dijo la crítica:

"El diccionario de la mierda.", De Niu Iork Taims.

"Un compendio de la mierda.", Forbs.

"El Museo de la mierda.", Lanashonal Geográficamente.
"Un monumento a la mierda.", Saiens.
"Una verdadera publicación de mierda.", Corneta.
"¿Quería mierda?", Zinhora.
"¡Pura mierda!", Largentino.


- o -

     Nunca nadie lo vio venir, ni tampoco partir. ¿Quién se detendría a dar tan siquiera dos segundos de su vida en él? Todo el mundo estaba demasiado ocupado en "cosas más importantes": trabajo, familia, estudio, el partido de fútbol del domingo, las elecciones, las noticias de ayer, la salida del fin de semana con los amigos, el dilema de colocarse una camisa rosa o violeta, los gastos de fin de mes, la educación de los hijos, el arreglo del auto, en fin...
    Ni siquiera él se había dado cuenta hasta que apoyó la cabeza contra la puerta del cubículo del trono en donde hacía fuerza para cagar todo lo que había devorado durante el fin de semana. Sería por el cansancio, la monotonía, el hecho de vivir sus días todos iguales como uno sólo dentro del mismo trabajo de mierda, llenando papeles para vaya uno saber quién, su jefe, la película o el libro que había leído el viernes anterior, la charla con su mejor amigo en el bar de la esquina, su reciente separación, sus deudas, la áspera relación con su familia, el viajar durante casi la mitad del día para ocupar un puesto en la empresa que había soñado durante su adolescencia y que ahora aborrecía, el haberse dado cuenta de los sucesivos fracasos cotidianos y pormenores de su vida, o el olor a mierda que comenzaba a inundarlo todo, que la solución a su vida le quedó revelada como un hallazgo científico.
     La mierda se acumulaba y acumulaba en el inodoro como la bronca, aflojó las mangas de su camisa, el cuello, la corbata y el culo y siguió haciendo fuerza desde la cabeza hasta el estómago. Respiró bien fuerte para sentir su propio olor al punto de asquearse a sí mismo y continuó cagando. Se prendió un cigarrillo y casi palideció con tanta cosa. La mierda era la misma mierda de siempre con diferente color y consistencia, pero era mierda al fin.
    Una vez que llenó el primer inodoro, lo tapó con papeles, trancó el botón de descarga y se dirigió al segundo cubículo. Uno a uno fue tapando todos. Es que tanta mierda acumulaba durante tantos años tenía que salir alguna vez.
     Antes de finalizar su obra de arte, arrojó la colilla del cigarrillo en el cesto de basura y siguió asegurando la puerta de entrada al baño. El humo llegó hasta el detector de incendios, y se preparó para la evacuación. Como responsable de evacuación convocó uno a uno a sus compañeros y se aseguró que todos estuvieran fuera.
     Desde la vereda de enfrente se prendió otro cigarrillo y casi cinco segundos después quedó ciego y aturdido por la lumbre de la explosión. La mierda inundó las calles de la ciudad. Llovía desde todos los lugares inimaginables, era imposible no mancharse. Brotaba de las alcantarillas, de los baños de los edificios, en las casas, por las avenidas. Un mar de mierda lo inundó todo, la gente nadaba en la pura mierda. Navegaban en pequeños barcos de rescate entre el caos, la desesperación, y la mierda al cuello. Cruzaban las calles por cuerdas atadas de poste a poste, para no ser arrastrados por la corriente de mierda. Ya todo era la misma mierda. La mierda flotando sobre la mierda. Y aunque nadie entendía que mierda había pasado, todos se echaban culpas unos a otros por la mierda que ellos mismos habían cagando. En las escuelas, en las universidades, en los bares, en las calles, se hablaba sólo mierda, en la televisión prácticamente la escupían. Los diarios todos manchados, y ni que hablar el honorable congreso y la iglesia, en dónde repartían comida a los evacuados que se revolvían y luchaban entre la mierda para comer. Pasaron tantos días en la ciudad con la mierda al cuello que ya todos la habían naturalizado. Ya no se hablaba mal de la mierda. El intendente mandó construir un bonito arco de bienvenida a la ciudad más escatológica del mundo. Se hicieron souvenirs, y platos típicos con mierda, y hasta los médicos llegaron a convencer a la población que tomar un copo de mierda por la mañana y hacer gárgaras por lo menos tres veces por día, junto con tomar un buen baño de inmersión en la propia y mismísima mierda era por demás saludable.
     Pronto todos pensaron en festejar el renombre de la ciudad que se había hecho más conocida que la mierda, y olvidaron la catástrofe. Los muertos importaban una mierda. Mandar a alguien a la mierda era un elogio. Cualquiera cagaba en cualquier lado, hacían esculturas de mierda, le sacaban una foto y la comentaban con sus amigos. 
     Cagar se convirtió en deporte nacional, para ver quién cagaba más alto, más grande o más rápido. Se erigieron estatuas y el gobierno decretó feriado y festejos aquel famoso día de mierda. Los bancos comenzaron a trocar oro por mierda, el comercio y el tráfico controlado por la policía local se puso riguroso como la mierda. No sólo era delito cagar sin declarar aquel bien patrimonial, ni hablar de venderlo. Hasta oler mierda y hablar mal de eso o poner rostro de disgusto estaba penado por ley. La ley de mierda se impuso en todo el distrito y ya nadie podía cagar tranquilo sin ser filmado. Cadena perpetua o muerte a quienes no contribuyeran con la causa. Cagar y respirar eran la misma mierda. La misma mierda todos los días.


domingo, 22 de marzo de 2015

EL PRENDEDOR

       Café del Gato Negro. 17 Hs. Lluvia tropical, humedad y una leve brisa. La ansiedad me mataba. El cielo oscuro, anunciaba que su llanto sería inacabable por lo menos otro día más. Me sacudí las botas, agité mi paragüas, lo cerré y me dispuse a entrar. Dejé que una pareja saliera primero, sonreí, saludé y continué mi camino hasta una mesa para dos, que está cobijada tras una columna, a derecha del mostrador principal, sentándome de espaldas a la puerta de entrada. Tuve una breve charla con la mesera, que resultó ser algo tímida, pedí una tisana estimulante y un trozo de lemon pie. Comencé a escribir esperando su llegada. Mi particular paragüas rojo y la escritura eran el salto y seña para ubicarnos. Ella vendría con saco verde y un prendedor floral. Sería nuestra primera cita. Habíamos decidido no enviarnos ni ver ni siquiera una foto nuestra antes del encuentro y dejar así todo librado a la espontaneidad. Nos escribíamos con frecuencia, y últimamente casi tres veces a la semana. Había visto, hacía un par de meses, su aviso en el diario en la sección de Compañías Epistolares. 

          Cinco minutos pasaron hasta que llegó mi pedido, mientras que tardé el doble de ese tiempo en devorar la mitad del pie de limón: la incertidumbre da hambre, mientras en la espera uno desespera. Mis ojos jugaban por todo el lugar deleitándose con tan notable sitio, buscando las palabras exactas que pudieran describir dicha situación. 
           Sentí una presencia tras de mí en la silla que antes se encontraba vacía. Quise mirar, y una suave voz femenina dijo: - ¡No lo haga!, mejor, antes, conozcámonos. Dígame su nombre. 
         Con el rabillo del ojo izquierdo,  alcancé a ver la manga de un saco verde. Pronto respondí: - Alejandro. 
- Entonces, debe ser usted - me respondió. 
- Y usted, ¿cómo se llama? 
- Sofía. 
         Mis ojos se iluminaron.- Siéntese conmigo -, le dije. 
- No, todavía no, no se apresure. Respóndame antes con el corazón... 
- Siempre lo hago. Dígame. 
- Mire que de esto depende que continuemos o no está conversación. 
- ¡Hágame la pregunta nomás!, pude sentir que el aire se cortó levemente, y me dijo: 
- ¿Está dispuesto a amar? 
- Pero si ni siquiera la conozco realmente. 
- No le pregunté si me amaba, le pregunté si estaba dispuesto a abrir su corazón a otra persona. Igualmente, esto ya me da una pauta. 
- ¿Una pauta de qué? 
- De usted. 
- ¿De mi?,  ¿de qué? 
- De su persona, de cómo es. 
- ¿De cómo soy?, pero escúcheme, si apenas nos hemos escrito y entablado dos palabras y usted cree que me conoce como para op... 
- Discúlpeme, pero me parece que no tenemos más nada que hablar, hasta luego... 
- Pero espere, no sea así, ¡no se vaya! 
- Adiós. 
- ¡Quédese! No ve que usted también tiene miedo a amar. ¿Por qué se escapa? 
(Silencio breve. Ruido de silla. Nuevamente, se sentaba) 
- Me agrada tu voz, ¿te puedo tutear? 
- Ya lo hiciste. 
- Vos también. Me gusta tu perfume. 
- Gracias, es el... 
- No me digas, conozco el nombre. Es mi perfume favorito. Intenso. 
- Persistente. 
- Volátil. 
- No te creas. 
- ¿No pensás que ya es hora de mirarnos? 
- ¡No seas ansioso!, disfrutemos esto un poco más. Hasta ahora nunca nos habíamos encontrado, disfrutemos el que quizá sea el último anonimato amoroso de nuestras vidas, ya nos vamos a cansar de vernos, y de todo lo demás. 
- Espero que no. 
- Siempre decimos lo mismo. 
- ¡Yo no! 
- ¿Por qué tendría que creerte? 
- ¿Por qué soy el amor de tu vida? 
- ¡Jajaja!, no me hagas reír, ¿tan repentino te entregás así? ¿Qué tendría que pensar? 
- Nada más. Solo que hasta recién pensaba en algo, hasta que tu reflexión me hizo cambiar, y si no estoy dispuesto a amar plenamente, no puedo esperar lo mismo de vos. 
- Duele. 
- ¿Qué duele? 
- Morir por la propia espada. 
- Entonces no pelees, no te resistas, dejemos que ocurra y ya. Y no va a ser necesario morir porque podemos vivir amándonos hasta el último segundo, y después, vemos. 
- ¿Qué significa el amor para vos? 
- Compartir mi vida con un otro apasionado, enamorado también de la vida, desprejuiciado, libre, sin condiciones; caminar juntos caminos que se rozan, como tangentes; potenciarnos, ayudarnos, sentirnos, abrazarnos, comprendernos, aceptarnos, hacer que sobren las palabras y que hablen los silencios, admirarnos, reflejarnos, disfrutarnos, endulzarnos, reír, emocionarse, y volver a elegirse cada día. 
- Acepto. 
- ¿Qué cosa? 
- La propuesta. 
- ¿De amarnos? 
- De dejar de buscarnos en otros ojos, para aprender a mirarnos realmente, de que tomés mi mano y que salgamos a caminar bajo la lluvia. ¡Quiero besarte! 
- ¡Y yo! 
- ¿Y qué esperamos? 
- Que pagues la cuenta. 
- Ya pagué cuando ordené, ¿y entonces? 
- Date vuelta. 
          ¡Cómo describir este beso!, ¡Qué difícil! ¡En qué problema literario me he metido! Realizar cualquier descripción sería un intento vano de representación de algo que fue sublime. Hasta quizá decir que nunca antes había sido besado de esa manera, sería comparar lo incomparable. Fue como llegar a sentir mi alma, volando a otro cuerpo, mi cabeza al éter, el tiempo detenido, el deseo nunca más postergado, el placer hecho real sin importar el momento y el lugar. 
          Salimos velozmente disparados hacia la calle. Podía sentir la adrenalina y nuestras manos sudando. Pero antes de cruzar ambos la salida del café, la puerta se abrió. Y rodando hasta mis pies cayó... Rodando hasta mis pies cayó un prendedor floral, que entregué atónito a una mujer, también de saco verde, que con apuro y ya tarde, entraba buscando a alguien en aquel lugar.

jueves, 29 de enero de 2015

CARTA PRIMERA


Ruta 60 km 974, saliendo de San Fernando del Valle de Catamarca rumbo a Buenos Aires.



Jueves 29 de Enero de 2015

Carta a mis padres, a mi familia, a mis amig@s, a l@s que no están, a l@s que vendrán, a los lectores, a l@s viajer@s, a l@s niñ@s:


Hace muchos años que deseo tener una vida plena, y que quiénes me rodean la tengan también. Pienso en esto todos los días, tanto cómo sonreír, aprender, enseñar, leer, conocer, experimentar, amar, disfrutar, y viajar. No deseo la plenitud de las cosas, deseo la plenitud de la vida, la felicidad, la paz, el cariño, el compañerismo, la fraternidad. Para esto he tomado algunas decisiones como querer a mi familia, a mis amigos, aprender a tenerlos, aprender a quererme todos los días y aceptarme con todo lo que soy, abrir mi cabeza (aunque alguna vez lo ha sido literalmente) y mi corazón a los demás, no dejarme lastimar, evitar peleas, no ser humano de malos prejuicios, tener mi propia religión, respetar, e intentar hacer el bien cada vez que pueda, hacerle todos los días un poco más de lugar a mi intuición, sentirme libre, buscar siempre una solución, reparar lo que se daña, aprender varios oficios, dejar que la vida me sorprenda, sonreír todos los días, intentar hacer reír a los demás, reírme de mi mismo, hacer, avanzar, trabajar siempre de aquello que me guste, que me haga sentir útil, ayudar, dejar que me ayuden, amar intensamente, sufrir, pensar, potenciar a los que me rodean, hacer que todos los días sean una aventura, intentar siempre algo nuevo, aprender a comunicarme con los demás que no es lo mismo que aprender idiomas, no dejar de aprender ni pensar que mi conocimiento sea acabado, escuchar, escucharme, dejar de prender la televisión por la mañana para seleccionar aquello que quiero escuchar, ver o leer, acordarme de lo que he hecho, añorar plácidamente lo que todavía no, pensar en la finitud y en lo grato de esta vida que me ha tocado, emocionarme, nadar, escalar, manejar una embarcación, saltar desde un lugar bien alto para sentir vértigo, o correr muy fuerte para llenarme de adrenalina, tener sexo, hacer el amor, cantar, bailar, mirar las estrellas en medio de una montaña, vivir a la intemperie, o cruzar un lago o un río  y llegar a la otra orilla, volver, irme, tener mi propia huerta, contar historias, fabricar cosas con mis manos, construir, comer, tomar de las más exquisitas bebidas, tomar mate en buena compañía, escuchar historias, escribir la mía, viajar, perderme, encontrarme, conocer personas y lugares increíbles, bucear al lado de hermosos peces, saber quiénes me quieren de verdad, apreciar hermosos paisajes y bellas mujeres, recorrer un lugar que nunca hubiera explorado, hacer rafting por los rápidos, pasar momentos hermosos con mi familia, visitar a mis amigos, ser padrino de una niña hermosa, abrazar fuerte, que me abracen, llorar, llorar de felicidad, tomar decisiones, no desesperar, soñar, hacer siempre lo mejor que puedo siempre, no preocuparme por estupideces para poder ocuparme de cosas más importantes para no lamentarme o sufrir por lo superfluo o lo innecesario, valorar lo que he obtenido con mi esfuerzo y lo que me han dado, regalar libros, que me regalen, hacer lo que anhelo y no descansar hasta conseguirlo, perseverar, intentar ver lo bueno aunque las cosas se pongan difíciles, y coleccionar recuerdos geniales, y bicicletas y aprender a andarlas para pedalear hacia la felicidad, con el viento en la cara y la alegría entre las piernas.

Soy y seré un eterno agradecido por todo lo que hasta aquí he transitado, por todo este camino que recién comienzo a recorrer. Agradecido de la familia, de los amig@s, que llevo en el corazón. Me declaro apasionado, apasionado por llenarme de toda esta vida, de la inmensidad de este mundo tan desconocido para mi y para el que me quiero seguir brindando en esta ruta hacia la plenitud.
La bicicleta es para mí un símbolo de autonomía, de libertad, una compañera inseparable, una herramienta de trabajo, elemento sublime de placer, la máquina, obra de la ingeniería humana más humana y espectacular. Quien la monta la dota de vida y de su idiosincrasia, le otorga personalidad, y ella retribuye en forma recíproca. No existen bicicletas malas o inservibles, existen quizás ciclistas descuidados. La bicicleta no sólo une caminos, es un entrenador del cuerpo y de la mente en el gimnasio de la vida, me mantiene activo, en movimiento perpetuo conmigo, con mi corazón y con los demás. Me ha mostrado los mejores paisajes, los más lejanos y los más cercanos, me ha hecho vivir grandes amores, llevar preciosas mujeres, amigos inseparables, pesos que sólo nunca hubiera podido acarrear, me ha hecho llegar a velocidades que no podría haber alcanzado corriendo y de una manera sana y ecológica, me ha hecho conocer gente increíble e historias que lo son aún más, me ha enseñado a quererla, a repararla, me transportado sin quejas a lo largo de tantísimos años y sin cobrarme un peso, y hace mucho tiempo me ha pedido tan sólo salir a recorrer el mundo. Cómo decirle que no si ella estuvo siempre que la he necesitado, que me ha hecho estudiar, me ha dado de comer, y me ha hecho llegar a horario ante todo contratiempo y en los climas más adversos, me ha escuchado en soledad, y pedaleando en compañía.
Cuando digo bicicleta hablo de algo más que dos ruedas y algunas partes más de metal, hablo de nuevos caminos, hablo de conocer, hablo de vivir una experiencia que no puedo comparar, hablo de alegría, y hablo de acercarme más al final de esta carta para que empecemos a escribir juntos muchas más.

Salud y oda a la bicicleta!

Salud por todo lo que vendrá!
Salud a ustedes y a los caminos!
Salud, amor y felicidad!


PD: La vida es única e irrepetible, por lo menos hasta ahora, y la quiero aprovechar lo mejor que pueda para honrar a tod@s los que la hicieron y la hacen posible para mi. Deseo que la vida no pase inerte y desapercibida. Quiero llegar a viejo satisfecho sonriendo a la juventud, dejando buenas cosas,  devolviendo todo esto que ha provocado en mi, arriba de mi bicicleta. Por todo esto es que doy comienzo a esta nueva travesía. ¡Los quiero mucho! 



:)